Celebración del Bicentenario

Formación del Estado costarricense

Proceso 1825 a 1835

El segundo, entre 1825 y 1835, se caracteriza por una fuerte pugna de poder entre los diversos actores sociales del país (sacerdotes, militares, civiles, imperialistas, republicanos). Este periodo coincide con el gobierno del primer jefe de Estado de Costa Rica, Juan Mora Fernández, cuya experiencia y gran tino en el manejo del gobierno logra controlar las fuerzas disgregadoras del poder, encarnadas en las municipalidades. La presencia de un fuerte regionalismo va a dar lugar a una soberanía fragmentada y donde predomina el dominio político de las familias influyentes de las cuatro principales ciudades del Valle Central: San José, Heredia, Alajuela y Cartago. En este periodo se darán acontecimientos importantes como la fundación de varias instituciones (Casa de Moneda, Asamblea Legislativa, Corte Suprema de Justicia, alcaldías), la autonomía de Costa Rica con respecto a la República Federal, y la anexión del Partido de Nicoya. Este proceso culmina con la Guerra de la Liga, la segunda guerra civil de Costa Rica.

Costa Rica en la República Federal de Centro América (1824-1838): Junto con el Acta de Independencia de Centroamérica, llegó también la invitación a los costarricenses de participar en la construcción de la incipiente República Federal de Centro América, instándolos a enviar sus representantes a Guatemala en 1823. Este proyecto no fue visto con gran entusiasmo por Costa Rica, siendo relegado a un segundo plano en la agenda política. La experiencia colonial de la provincia justificaba en cierto modo esta reticencia: Costa Rica había sufrido muchas penurias económicas, culturales y políticas al ser prácticamente «olvidada» por las autoridades coloniales residentes en Guatemala. Uno de estas decisiones había sido la tomada en 1792 por la antigua Capitanía General de Guatemala de quitarle el monopolio del cultivo del tabaco, siendo esta la única actividad productiva que trascendió la vida económica de la colonia, y que en su momento alimentó la esperanza de los costarricenses de romper el aislamiento y marasmo económico y social. A esto se sumó el desarrollo desigual experimentado por cada provincia durante la era virreinal, que en el caso de Costa Rica había impedido su vinculación al mercado mundial. Durante esta parte de su historia política, el principal éxito diplomático de Costa Rica fue exceptuarse de las devastadores guerras civiles que caracterizaron a la República Federal. Entre la independencia (1821) y el año de su separación de la Federación (1838), en Costa Rica hubo dos cortas guerras civiles: la Guerra de Ochomogo (abril de 1823) y la Guerra de la Liga (septiembre-octubre de 1835). La participación de Costa Rica en la República Federal se prolongó durante la mayor parte de la turbulenta existencia de este experimento político: Costa Rica envió fondos, asumió su parte de la deuda, eligió representantes para el Congreso y reclutó hombres para formar parte del Ejército Federal. El destino de la Federación, sin embargo, fue decidido por eventos ocurridos lejos de las fronteras costarricenses, en Guatemala y El Salvador. Mientras tanto, la sociedad costarricense, ajena a los márgenes de las profundas divisiones y disputas de los bandos de la República Federal, logró concentrarse en resolver sus propios problemas internos. La presencia de Costa Rica en la República Federal fue bastante marginal con respecto a los demás miembros, lo que la llevó a tener una relativa autonomía para tomar decisiones importantes. A pesar de que la experiencia de Costa Rica en la República Federal no fue del todo positiva, su participación en el proyecto centroamericano produjo beneficios en varios campos específicos: primero, la República Federal sirvió de escuela política para los costarricenses, de donde surgieron hombres como Braulio Carrillo, quien fue diputado por Costa Rica, y a quien su experiencia en el Congreso federal le permitió tomar la firme decisión de que lo mejor para el país era separarse de la Federación; en segundo lugar, la presencia de Costa Rica en la República Federal le permitió adquirir un elemento de seguridad externa, pues mientras Costa Rica fue miembro de la Federación, Nicaragua no realizó reclamaciones sobre sus pretensiones sobre el Partido de Nicoya, anexado a Costa Rica en 1824, y es a partir de la desintegración del Estado federal en 1842 que inician los conflictos limítrofes entre ambos países; y en tercer término, mientras el resto de los centroamericanos estaban pendientes de los sucesos que acontecían en el seno de la República, Costa Rica pudo superar sus conflictos internos por sí misma y consolidar su propia economía cafetalera, que finalmente permitió que el país, bajo la lógica del capitalismo agrario, lograse cimentar el Estado nacional y crear elementos objetivos y subjetivos que dieron lugar a la nacionalidad costarricense

Costa Rica presenta un cuadro, aunque pequeño y sencillo, ileso y agradable e iluminado en todo su círculo por el iris de la paz.

- Juan Mora Fernández. Mensaje al Congreso, 1829.

Juan Mora Fernández, primer Jefe de Estado (1824-1833)

Una vez concluida la guerra de Ochomogo, el poder fue asumido por Gregorio José Ramírez por un corto periodo de tiempo, luego de lo cual lo entregó a la Tercera Junta Superior Gubernativa, encabezada por José María de Peralta y La Vega. La Junta presidió el país hasta septiembre de 1824, y le correspondió llevar a cabo la organización de la incorporación de Costa Rica a la República Federal. Además, supervisó la elección del nuevo Congreso, compuesto por doce diputados titulares y cuatro suplentes. Finalmente, fue la encargada de supervisar la elección del primer Jefe de Estado, puesto que recayó en Juan Mora Fernández (1794-1854), josefino liberal que contaba con amplia experiencia administrativa. Gobernó Costa Rica en dos periodos consecutivos: 1825-1829 y 1829-1833. De su tino como gobernante responde el periodo de ocho años de tranquilidad y progreso que caracterizaron a Costa Rica, en una época en que la guerra arreciaba en el resto de América Central. En parte, se ha atribuido a este periodo de la historia de Costa Rica algunos elementos base para la formación de la identidad costarricense, cuyo pueblo se percibía diferente del resto de los centroamericanos debido a la convulsa realidad política de la República Federal. Sin embargo, en Costa Rica también existían ámbitos de fuerzas, actores y clases sociales dadas al conflicto, que fueron manejadas con acierto por la sabiduría y experiencia del primer Jefe de Estado. Correspondió a Juan Mora Fernández el establecimiento de las primeras instituciones del país. Decretó el primer escudo del Estado Libre de Costa Rica. El 10 de noviembre de 1824, ascendió al rango de ciudades a las villas de Concepción de Heredia y San Juan Nepomuceno de Alajuela, y al rango de villas a las aldeas de Escazú, Bagaces y Barva. El 25 de ese mismo mes, emitió un decreto en el que invitaba a los ciudadanos que estableciesen en cualquier pueblo del Estado un periódico en forma manuscrita. Poco después, se importó la primera imprenta (1830), 4circulando el primer periódico impreso, El noticioso universal, obra de Joaquín Bernardo Calvo. El 25 de julio de 1824, los pueblos de Santa Cruz y Nicoya, pertenecientes al Partido de Nicoya, se anexaron libremente a Costa Rica, hecho que posteriormente fue ratificado por decreto del Congreso Federal de Centroamérica el 18 de marzo de 1825, incluyéndose también a la villa de Guanacaste (hoy Liberia). Mora Fernández, maestro de escuela, dio a la enseñanza pública gran importancia práctica y declaró obligación del Estado propagarla, fomentando la creación de escuelas primarias en todos los centros de población del país. El 10 de diciembre de 1824, decretó la creación de la Casa de Enseñanza de Santo Tomás, que impartía lenguas, lectura, escritura, Filosofía, Derecho civil y canónigo y Teología. En lo político, para evitar las ausencias de los diputados al Congreso, decretó que a la tercera ausencia, se multase al diputado con un cargo de entre 50 y 500 pesos, y se le destituyese y declarase indigno de la confianza pública.El 26 de enero de 1825, emitió la Ley Fundamental del Estado Libre de Costa Rica, donde declaraba al país independiente de España, México o cualquier otro estado, a la vez que se decretaba la unión a la República Federal de Centro América; además, establecía que el gobierno sería popular representativo y dividido en cuatro poderes (Legislativo, Ejecutivo, Judicial y Conservador); determinaba que para ser elector, se debía ser ciudadano mayor de edad en ejercicio de sus derechos, con una fortuna personal de 100 pesos; y que en cada pueblo debía existir una municipalidad elegida popularmente. Finalmente, se decretaba que la religión oficial era la católica, además de declarar a la Virgen de los Ángeles, patrona de Costa Rica, estableciéndose en Costa Rica un obispado independiente del de Nicaragua, convirtiéndose la iglesia de San José en catedral.

Uno de los hechos más relevantes de la década de 1820 fue la anexión del Partido de Nicoya a Costa Rica. Durante la Colonia, la Alcaldía de Nicoya había constituido una entidad territorial que había estado bajo la administración de Nicaragua, Costa Rica y eventualmente, autónoma, hasta que fue incorporada a la Intendencia de León en 1787, dentro de la Diputación Provincial de Nicaragua y Costa Rica. En 1820, la Diputación fue reorganizada como Provincia de Nicaragua y Costa Rica, convirtiendo a la Alcaldía en un Partido regido por un Jefe Político Subalterno, que dependía de la Capitanía General de Guatemala directamente. A partir de 1813, las relaciones políticas entre el Partido de Nicoya y Costa Rica se habían venido estrechando, a causa de la elección de un representante para ambos para que acudiera a las Cortes de Cádiz, esto debido a la escasez de población en ambos territorios, resultando electo Florencio del Castillo.

A partir de ese momento, Nicoya debió enviar a sus electores a Cartago, capital colonial de Costa Rica, lo que permitió el establecimiento de vínculos político electorales entre Nicoya y Costa Rica para diversas elecciones que se llevarían a cabo en España, y también para la elección de los representantes de ambas ante la Diputación Provincial de Nicaragua y Costa Rica. Luego de la independencia, Costa Rica se separó de la Diputación Provincial, a la que siguió perteneciendo Nicoya hasta su anexión en 1824. En 1823, la Junta Superior Gubernativa de Costa Rica firmó un acuerdo con las autoridades nicaragüenses (enfrentadas desde ese año en una cruenta guerra civil entre las ciudades de León y Granada), buscando la incorporación del Partido de Nicoya a Costa Rica. En 1824, el gobierno de Juan Mora Fernández propuso la anexión a las autoridades del Partido de Nicoya. En un primer término, el 4 de julio, las autoridades de la ciudad de Nicoya rechazaron la anexión. Un segundo plebiscito se llevó a cabo el 25 de julio de 1824. Esta vez, en cabildo abierto y sopesando las ventajas de anexarse a Costa Rica, los vecinos de las comunidades de Santa Cruz y Nicoya, por su propia voluntad, votaron por la anexión, ganando con un 77% de los votos. En 1825, con la reunión del Congreso de la República Federal en Guatemala, los diputados costarricenses informaron de la anexión presentando unos documentos y actas firmados por el alcalde de Nicoya, Cupertino Briceño. El 18 de marzo de 1825, la República Federal de Centro América emitió un decreto en el cual aprobaba la anexión, incorporando además a la villa de Guanacaste (actual ciudad de Liberia). La Ley de la Ambulancia (1833-1835): Concluido el gobierno de Juan Mora Fernández, fue elegido para sucederlo José Rafael de Gallegos y Alvarado, hacendado y comerciante cartaginés, conservador, quien había sido vicejefe de Estado en el gobierno de Mora Fernández y había formado parte de las Juntas de Gobierno previas a la elección del primer Jefe de Estado. Gallegos no quería el puesto, pero el Congreso lo obligó a aceptarlo, luego de una elección muy reñida. Gallegos fue un gobernante progresista y respetuoso de las leyes, pero sin la energía necesaria para mantener el orden y la paz en todo el país. A Gallegos le tocó gobernar en una época muy dura, donde los localismos pugnaban por el poder, pues las fuerzas derrotadas en la guerra de 1823 estaban dispuestas a recuperar la capital, utilizando para ello tácticas de gran manipulación y cabildeo para derrotar políticamente a San José. Es así como los cartagineses ofrecen a los representantes de Heredia y Alajuela la controvertida Ley de la Ambulancia. Desde 1831, dos años antes de la elección de Gallegos, venía circulando en los fueros legislativos una propuesta impulsada por los representantes de Cartago: la promulgación de una ley que permitiera que la capital del país rotase entre las cuatro principales ciudades del Valle Central. La dicha propuesta era adversada principalmente por los liberales de la ciudad de San José, ciudad que en la práctica se venía consolidando no solo como la capital política de Costa Rica sino también como el centro del temprano capitalismo agrario del Valle Central, al concentrarse la mayoría del cultivo del café en sus terrenos, y además, era la ciudad donde se concentraban los pertrechos de guerra, por lo que una victoria militar sobre ella era prácticamente imposible para el resto de las ciudades.

Concluido el gobierno de Juan Mora Fernández, fue elegido para sucederlo José Rafael de Gallegos y Alvarado, hacendado y comerciante cartaginés, conservador, quien había sido vicejefe de Estado en el gobierno de Mora Fernández y había formado parte de las Juntas de Gobierno previas a la elección del primer Jefe de Estado. Gallegos no quería el puesto, pero el Congreso lo obligó a aceptarlo, luego de una elección muy reñida. Gallegos fue un gobernante progresista y respetuoso de las leyes, pero sin la energía necesaria para mantener el orden y la paz en todo el país. A Gallegos le tocó gobernar en una época muy dura, donde los localismos pugnaban por el poder, pues las fuerzas derrotadas en la guerra de 1823 estaban dispuestas a recuperar la capital, utilizando para ello tácticas de gran manipulación y cabildeo para derrotar políticamente a San José.

Es así como los cartagineses ofrecen a los representantes de Heredia y Alajuela la controvertida Ley de la Ambulancia. Desde 1831, dos años antes de la elección de Gallegos, venía circulando en los fueros legislativos una propuesta impulsada por los representantes de Cartago: la promulgación de una ley que permitiera que la capital del país rotase entre las cuatro principales ciudades del Valle Central. La dicha propuesta era adversada principalmente por los liberales de la ciudad de San José, ciudad que en la práctica se venía consolidando no solo como la capital política de Costa Rica sino también como el centro del temprano capitalismo agrario del Valle Central, al concentrarse la mayoría del cultivo del café en sus terrenos, y además, era la ciudad donde se concentraban los pertrechos de guerra, por lo que una victoria militar sobre ella era prácticamente imposible para el resto de las ciudades. La Ley de la Ambulancia fue presentada al Congreso el 10 de marzo de 1834 por siete diputados representantes de Alajuela, Cartago y Heredia, alegando un principio -de igualdad: aquel en el cual los bienes y males de la capitalidad deben ser disfrutados o sufridos por la cuatro ciudades por igual y no solo por una. El proyecto, además, proponía que la capitalidad empezase con el siguiente orden: Cartago, Heredia, Alajuela y San José. Para los conservadores, la propuesta era una forma de recuperar la capital, vengar la derrota en la guerra de 1823 y romper la alianza liberal entre San José y Alajuela (cuyos representantes se vieron tentados por la posibilidad de que su ciudad fuera capital). Para los liberales, la Ley de la Ambulancia no era otra cosa que una estratagema de los conservadores cartagineses para, una vez establecida la capital en Cartago, las fuerzas en el poder derogasen la ley y la capital quedara definitivamente a la Vieja Metrópoli. Al verse en inferioridad numérica en la votación, los diputados de San José decidieron presentar una reforma con la cual la ambulancia iniciase con la ciudad de Alajuela. Los proponentes de la Ambulancia no tuvieron más remedio que aceptar: oponerse era perder el apoyo alajuelense y condenar al fracaso la propuesta. La ley fue aprobada el 31 de marzo de 1834 en segundo debate, iniciándose la ambulancia en el mes de mayo con la ciudad de Alajuela, que fue capital de Costa Rica por dos años. Pero la Ley de la Ambulancia resultó ser un fiasco de grandes proporciones, pues la nueva sede del gobierno no estaba adecuadamente preparada para acoger a las autoridades. Un año después, el 4 de marzo de 1835, luego de un año de gobierno a la deriva y hastiado de las excesivas atribuciones de un Poder Legislativo estancado, y de las duras críticas en su contra por parte de la prensa, principalmente del periódico "La Tertulia", contrario a la Ley de la Ambulancia, Rafael de Gallegos presentó su renuncia a la Jefatura de Estado. Pocos días después, fue elegido para sucederlo el licenciado Braulio Carrillo Colina.