Celebración del Bicentenario

Formación del Estado costarricense

Proceso 1835 - 1842

Braulio Carrillo, Arquitecto del Estado Costarricense (1835-1842): El año de 1835 se considera fundamental en el desarrollo del Estado político costarricense, con el ascenso al poder de Braulio Carrillo Colina, joven abogado que había sobresalido en su profesión y como comerciante, y a quien se consideraba como conocedor de la realidad centroamericana por haber sido diputado, presidente de la Asamblea Legislativa, fiscal de la Corte Suprema de Justicia y representante por Costa Rica ante la República Federal. Por su perfil, Carrillo se encontraba muy por encima de los políticos de su época. Asumió el poder para terminar el periodo de Rafael de Gallegos, electo en 1833 y quien había promulgado un año después la controvertida "Ley de la Ambulancia", que determinaba que la capital de Costa Rica debía rotar entre las cuatro principales ciudades del Valle Central. Carrillo concibió el poder como una forma de generar cambios en la vida de los costarricenses. Sus medidas se caracterizaron por su radicalidad, contrarias a los localismos y con una fuerte tendencia a la centralización del poder, lo que le generó numerosos adversarios. Los gobiernos de Carrillo se inclinaron por la privatización de la tierra, la persecución de la vagancia, y el reforzamiento del gobierno central, con el consecuente debilitamiento de Iglesia y las municipalidades. En esta época, Costa Rica poseía una mentalidad aldeana con una fuerte cultura plebeya heredada de la Colonia, donde se disfrutaba del licor, el baile, el ocio y la vida sexual, con una Iglesia mundana en donde los sacerdotes eran comerciantes, propietarios de terrenos, bebedores de licor, donde las decisiones se tomaban sobre la base de los intereses de los principales acaudalados de cada ciudad, y los localismos asumían una posición política, con un Poder Legislativo poderoso y un Poder Ejecutivo débil.114​ Carrillo acordó, con la venia de la Asamblea, la supresión de los feriados, la prohibición de la procesiones y de las ventas callejeras; buscando instaurar un mínimo de orden social y disciplina, firmó una Ley que castigaba la vagancia; promovió el alejamiento de los sacerdotes de la cosa pública y la derogación de la Ley de la Ambulancia en beneficio de San José como capital del país.

A consecuencia de la Guerra de la Liga, Carrillo tomó una serie de medidas para debilitar los localismos, las cuales fueron consideradas como dictatoriales y fueron minando sus bases sociales de apoyo y generando nuevos resentimientos sociales. No obstante, la labor efectuada durante su segundo gobierno se considera vital en la formación del Estado costarricense. Carrillo es el responsable de recuperar la soberanía política de Costa Rica al separarla definitivamente de la República Federal de Centro América el 14 de noviembre de 1838, y erigirla como un Estado soberano e independiente, según el primer artículo de la Ley de Bases y Garantías, texto constitucional promulgado en 1841 en el cual también, además de otorgarle amplios poderes como Jefe de Estado, reorganizó la administración de la justicia, reestructuró al país en cinco departamentos (San José, Alajuela, Cartago, Heredia y Guanacaste), administrados por un Jefe Político Superior, y suprimió las municipalidades. En lo militar, dio una demostración de fuerza al suspender el tributo anual dado a los zambos mosquitos, apoyados por los británicos, que era pagado desde 1779 para evitar que atacaran Matina. Sumado a ello, eliminó las fuerzas militares en las otras ciudades del Valle Central, concentrando al ejército y los pertrechos en San José. No pudo, sin embargo, evitar la ocupación de Bocas del Toro de 1836 por parte de la República de Nueva Granada, sin embargo, utilizó este hecho como una razón más para separar al país de la República Federal de Centro América, al no haber ninguna reacción de aquella para apoyar a Costa Rica. En lo económico, dio estímulos a la producción y el comercio, impulsando decididamente el proceso de privatización de la propiedad y la actividad cafetalera, lo que posteriormente permitió vincular a Costa Rica con el mercado mundial. Además, construyó un camino desde Paraíso de Cartago hasta Moín (el llamado Camino de Carrillo), lo que permitió conectar el Valle Central con el Caribe costarricense. Convirtió la ciudad de Puntarenas en el principal puerto comercial de Costa Rica en el Océano Pacífico. Carrillo creó el primer arancel de aduanas del país, además del Reglamento General para la Hacienda Pública, centralizando de esa forma las finanzas del Estado. En lo jurídico, realizó una obra fundamental al crear los primeros códigos Civil, Penal y de Procedimientos. Su obra monumental le ha valido el título histórico de "Arquitecto del Estado Costarricense". Pero las medidas tomadas por Carrillo en pro de consolidar la formación del Estado costarricense le van a costar un importante precio político, pues crearon un clima adverso a su gestión. No existía en esa época en Costa Rica un sentimiento de pertenencia nacional y los adversarios de Carrillo se sumaban, en especial luego de que sus medidas de disciplina, trabajo y orden golpearan la cultura plebeya de la población general. Un sector de sus antiguos aliados josefinos vino a ver con agrado separarlo del poder, aprovechando que uno de los artículos de la Ley de Bases y Garantías promulgaba la concentración de todos los poderes en el Jefe de Estado, declarado a su vez inamovible y no sujeto a responsabilidad. Es así como, tras la decisiva derrota de las fuerzas federalistas en Guatemala en 1840, el general hondureño Francisco Morazán desembarcó en Caldera en 1842 con un ejército. Apoyado por oficiales que se suponían leales a Carrillo, este fue depuesto y exiliado a El Salvador, donde murió asesinado tres años después.

Sí, yo viviré siempre, a pesar de mis enemigos, en el corazón sensible de los costarricenses.

- Barulio Carrillo Colina.

El café como motor del desarrollo nacional (década de 1840)

Costa Rica conoció el café a finales del siglo xviii y fue el primer país en Centroamérica en desarrollar este cultivo, llegando a constituirse en el elemento que permitió al país incorporarse en el mercado mundial, situación de la que tanto careció durante la Colonia y que impidió su desarrollo durante ese periodo. El primer registro que se tiene de la introducción del grano data de 1791, cuando un comerciante panameño, Agustín de Gana, envió al gobernador español de Costa Rica, José Vázquez y Téllez, dos libras de café para probar cómo se desarrollaba este cultivo en suelo costarricense. A partir de 1808, el gobernador Tomás de Acosta y Hurtado de Mendoza decidió impulsar el cultivo del café en los fértiles suelos volcánicos del Valle Central. En 1816, el presbítero Félix Velarde se convirtió en el primer cultivador del grano, al sembrar un solar con cafetos en su propiedad. Luego de su muerte, legó las semillas a sus vecinos invitándolos a sembrarlas. El cultivo del café se centró primeramente en la región de San José. El primer cafetal estuvo 100 metros al norte de la Catedral Metropolitana, en el cruce de la Avenida Central y calle Cero. Luego de la independencia en 1821, el gobierno introdujo varias políticas que impulsaron la industria cafetalera, entre ellas, la concesión de tierras para siembra de café y la entrega de plantas de este cultivo a agricultores interesados en producir. Los jefes de Estado Juan Mora Fernández y Braulio Carrillo Colina apoyaron la actividad cafetalera y vieron en el café el producto que generaría un movimiento económico para beneficiar la economía nacional. El café estimuló la construcción de una carretera al Atlántico para tener una ruta directa hacia los puertos británicos, ya que el mercado inglés se vislumbraba como el más importante para exportación. Para 1821 se contaba con 17 mil cafetos en producción. Entre los años 1830 y 1840, productores como Mariano Montealegre vieron la oportunidad económica que les ofrecía este nuevo cultivo y empezaron a invertir en la producción interna de café. La colonización agrícola llevó el cultivo fuera de los límites josefinos: a partir de 1830, jóvenes parejas campesinas empezaron a colonizar tierras vírgenes al occidente del Valle Central. Para 1850, los cafetales se habían extendido a los entornos de Alajuela, Cartago y Heredia. En 1860, el cultivo del grano se había desplazado a los territorios entre Alajuela y San Ramón. Treinta años más tarde, se extendía a los valles del Reventazón y Turrialba, impulsado por la construcción del ferrocarril al Atlántico. Para 1930, se sembraba café en San Carlos, Nicoya y Tarrazú.

El 12 de octubre de 1820, en el buque Nuestra Señora se exportó del puerto de Puntarenas hacia el Perico en Panamá un quintal de café, el primero de la historia nacional. En 1832, George Stiepel, comerciante alemán radicado en Costa Rica, hizo la primera venta a Inglaterra, exportando un cargamento por medio de Chile. La década de 1840 fue la del despegue económico. En el año de 1841, el capitán inglés William Le Lacheur, que se dedicaba a traer mercancías desde Inglaterra a Centroamérica y se llevaba de vuelta a Londres añil y algodón, se enteró de la producción del café y desvió la ruta de regreso de su buque Monarch a las costas del Pacífico costarricense, acordando con el cafetalero Santiago Fernández Hidalgo la primera venta directa entre Puntarenas y Londres por 5.505 quintales de café.

El floreciente negocio cafetalero condujo al establecimiento de compañías comerciales que exportaban el café a Europa y al mismo tiempo importaban del viejo continente mercancías manufacturadas: máquinas de moler maíz y trigo, planchas de hierro, etc, que comercializaban en suelo costarricense. Entre estos jóvenes emprendedores se destacaron Juan Rafael Mora Porras y Vicente Aguilar. Las exportaciones de café pasaron de 13 471 quintales en 1840 a 96 544 en 1848. El café llegó a representar el 90 de las exportaciones de Costa Rica en 1850. La actividad cafetalera dinamizó la vida económica y social de Costa Rica. La riqueza que deparó su venta permitió importar modas nuevas y tecnologías útiles, estimuló la apertura de vías de comunicación y diversificó el comercio interno. Luego de la caída de Carrillo en 1842, se dejó de realizar el comercio por el puerto de Sarapiquí en el Atlántico, con la suspensión de la construcción del Camino de Carrillo. Las exportaciones comenzaron a hacerse por el Pacífico, concluyéndose la construcción del camino de Puntarenas en 1846. Las consecuencias económicas de las exportaciones permitieron la transformación de una economía de subsistencia a una monetarización de los mercados. El café enriqueció a un amplio espectro de pequeños y medianos productores agrícolas que, aparte de ser dueños de su cafetal, prosperaron con la venta de víveres y con el transporte en carreta del grano desde el Valle Central hasta Puntarenas, cuyo casco urbano creció con la expansión vertiginosa del comercio exterior. Gracias a las ganancias del café se desarrollaron la Universidad de Santo Tomás, la educación pública, los primeros periódicos, las primeras librerías y los hijos de los grandes productores se fueron a estudiar a Europa. Se crearon las primeras grandes infraestructuras viarias y edificios clave como el Teatro Nacional de Costa Rica (1897) y el Hospital San Juan de Dios (1848).

Los efectos sociales y políticos del auge cafetalero fueron visibles desde temprano.129​ Se consolidó una burguesía agroexportadora, en la cúspide de la jerarquía social, que encontró con el café una temprana fuente de estabilidad y riqueza que consolidó su poder. No obstante, también hubo perdedores, sobre todo los campesinos pobres, que se vieron perjudicados con la privatización de a tierra y se volvieron trabajadores asalariados; y los indígenas asentados en el Valle Central, que se vieron desplazados y obligados a penetrar en las montañas, sobre todo en Talamanca, en un proceso que los condenó a un porvenir de exclusión y olvido.

Luego de una pequeña crisis en los precios del grano entre 1847 y 1849, los elevados precios del café prevalecieron durante el siglo XIX, y a la altura de 1850 el futuro de la joven nación se vislumbraba brillante. El cultivo del café a partir de mediados del siglo xix tuvo consecuencias sociales y culturales diferenciadas que funcionaron como parte de la construcción de la identidad nacional. El café se convirtió en un agente civilizador, en el "grano de oro", dado que la prosperidad obtenida de su comercio se transformó en progreso económico y avances sociales, que luego fortalecieron el proceso de idealización y construcción de identidades. La sociedad costarricense, con casi 100 000 habitantes, se volvía cada vez más compleja y diversa, aunque mejor integrada y económicamente más dinámica.